A diario bajo, subo, vuelvo a bajar y siempre la encuentro allí, inmóvil. Empezó siendo un esqueleto que fueron cubriendo de cristal para mas tarde ponerle una armadura.
En los atascos entre luces rojas estresantes la observo desde el coche. Cada día cambia de fondo; depende del mes son mas oscuros o mas claros; depende del día, grises, lluviosos o despejados. En ocasiones aparece oculta por una densa niebla que difumina su presencia.
Entre acelerones, frenazos y esperas saco el móvil para fotografiarla, día a día mañana a mañana.
Un día tome otro camino. Cambié atascos por agujeros en el suelo, pero ella, seguía allí.
Por romper el horizonte de la ciudad fue criticada.
No sé si me agrada, si rompe el techo de la ciudad, si es una copia de otra…solo sé que forma parte de mi diario. Siempre está ahí como frontera de la «extra-radio»,mimetizándose con los violetas y magentas de la mañana que se van tornando cálidos al salir el sol.
Su presencia al compás de los dígitos del reloj marcan el ritmo del comienzo de cada día. Llego tarde, voy con tiempo de un café.
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